Viernes 19 de abril de 2024

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¿Por quién doblan las campanas? Si Enrique Ochoa Reza, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, piensa que con los resultados de la plenaria de la XXII asamblea nacional,
2017-08-17 llevada a cabo el pasado sábado 12 de agosto en el Palacio de los Deportes de la CDMX, con la asistencia de casi diez mil correligionarios, ¡ya la hizo!…se podría equivocar.

Llenar de incondicionales, militantes, simpatizantes y uno que otro traidor un auditorio de esa capacidad, nunca ha sido preocupación de los dirigentes tricolores, lo han hecho en otras ocasiones y con mayor número de asistentes; operar bajo consigna las mesas de trabajo con los distintos temas que tienen línea o interés para el presidente, también se ha hecho; crear un ambiente de simulación crítica y renovadora, también se ha hecho con éxito; impresionar al número uno del país con un control férreo de los asistentes y oradores del evento, no es la primera vez y por último garantizarle al jefe nato del partido un triunfo en el próximo proceso electoral federal tampoco es nuevo, entonces…

¿Porque echar las campanas a vuelo?, si está comprobado al menos en dos ocasiones 2000 y 2006, que estos eventos internos del PRI, no son garantía para que la ciudadanía confíe en su método y su hombre.

La capacidad que tiene el PRI para auto transformarse… ¡hoy no garantiza nada!... en el pasado, Luis Echeverría promovió el lema arriba y adelante, el resultado fue abajo y para atrás; José López Portillo afirmó: La solución somos todos y solo complicó las cosas a tal grado que la siguiente versión presidencial tuvo que ser la renovación moral, propuesta por Miguel de la Madrid que no dejó renovados ni la moral ni el sistema, cayendo en una vertiente tecnócrata que solo duró doce años más, los de Salinas y Zedillo, hasta que en el año 2000 el PRI perdió la supremacía electoral que había conservado por casi 70 años.

La memoria ciudadana ha guardado cuidadosamente las promesas de cambio que el PRI ha hecho en los últimos años no solo a nivel nacional, sino a todos los niveles; aunque la corrupción y los malos gobiernos no han sido exclusividad de los abanderados del partido, la sociedad castiga cada vez más y con mayor frecuencia los errores que han cometido sus gobiernos, porque la promesa de gobernar con buenos resultados se ha quedado en eso, en promesa.

La XXII asamblea nacional del PRI, tuvo para
Enrique Ochoa Reza la consigna de abrir
la puerta a un candidato que pudiera sumar
los dos hemisferios electorales,
la militancia y la sociedad civil.


Los candados que registraban los estatutos impuestos en anteriores asambleas, eran un obstáculo para lograrlo.

Mucho se discutió al respecto; por una parte quienes defendían la condición de militancia, por otra quienes empujaban para hacer de esta, un requisito menor en la selección del candidato presidencial.

El cambio estatutario se logró… hoy para los priistas estén o no de acuerdo, la militancia puede ser importante, pero no necesaria.

Triunfó la visión de EPN en cuanto a que si el candidato tiene aceptación ciudadana garantiza la permanencia del proyecto por seis años más y de paso asegura el borrón y cuenta nueva de los cientos de corruptelas que han sido expuestas a la luz pública, ya sea por el periodismo duro contra el régimen o por las redes sociales que en la actualidad le complican la vida a los delincuentes de cuello blanco, acostumbrados a la impunidad.

Si tuviéramos que dar un veredicto de los acuerdos tomados por el priismo nacional, sería:
Ganó José Antonio Mead Kuribreña, Secretario de Hacienda.

Perdió Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación.

Así de simple.

Entonces… ¿por quién doblan las campanas?


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