La de Joaquín Caballero buscaba ser una despedida sobria.

Atrás quedaban las tres pantallas de leds en el estrado que incluso apostaba más a la madera limpia, sin lienzos o pintura.

“La última y nos vamos...” decía riendo el tesorero, Alfonso Morales, frase emulando la despedida cantinera de una borrachera en el poder que duró, al menos, en este nuevo período cuatro años.

A las 17:30 de la tarde apenas el auditorio del anexo llega a 40 por ciento de su capacidad.

Los “apartaasientos” los primeros en ubicarse en las filas de sillas delanteras.

Un falso mensaje circulaba por las redes sociales y Whatsapp: “El IV informe de Joaquín Caballero se suspendía por considerar que el recinto presentaba un riesgo inminente de accidente, según una presunta recomendación de Protección Civil”

La imagen tenía el logotipo del ayuntamiento.

El origen del intento del sabotaje se desconocía.

21 minutos antes de las seis arribaron tras bambalinas los primeros regidores y la sindica. Platicaban con la prensa.
Sería una sesión oficial de cabildo.

Una tímida lona de 2 metros por 2, pendía de un balcón del anexo.

Era la felicitación de la asociación Llave Ciudadana del panista, Luis Rendón

Orlando García Nieto, subsecretario de Fomento y Gestión Ambiental, era el representante del gobierno de estado que acompañaría a Joaquín.

LLEGAN A BUSCAR CHAMBA
“¿Y qué onda may? ¿Dónde me anoto?”, decía Fernando de la Colonia Hermanos Esfuerzos del Trabajo.

“¡Yo he votado tres veces por Morena”, repetía al tiempo que masticaba unas pepitas.

“Necesito chamba, no tengo donde vivir” indicaba mientras era intervenido por una mujer policía que le insinuó que dejara de estar pidiendo dinero.

“¿Cómo ve may?, pinche vieja la voy a quitar la chamba en enero”, afirmaba e insistía que a sus 26 años el sí tenía una vida por delante.

Fernando, preguntaba “¿Y será que venga el ingeniero López Obrador?”.

¿TÚ LE CREES?

El Alcalde Víctor Carranza y los regidores electos del próximo ayuntamiento estaban invitados.

Llegaron los primeros cinco ediles, Víctor lo hacía antes de las 6 pm.

Mientras, el tesorero organizaba y caminaba por todo el recinto.

“La última y nos vamos... ¿Tu le crees?”, preguntaba un testigo de la frase.